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Mostrando entradas de 2012

Juego de estrategia

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      Los hombres son débiles . Todo lo que tienen no es más que una burda apariencia, un triste papel que interpretan para sentirse deseados. Pero cuando una mujer les da la espalda, ¿qué le pasa a ese donjuán sin remedio? Lo mismo que a todos: se cree que ella volverá arrastrándose detrás de él. Y lo peor es que ella lo hará. "Porque ya no existen los hombres de antes", se autoconsuelan muchas. Él creerá en el peor de los casos que guiñándole un ojo la próxima vez la volverá a tener rendida a sus pies. Hacen creer, por un periodo corto de tiempo, que ellas tienen el poder. Pero no debemos caer en el engaño: tan solo forma parte de su ingeniosa estrategia . Y aceptemos un hecho sobradamente extendido y raras veces reconocido: a nosotras nos gusta mandar, pero, en un lugar todavía más recóndito de nuestra cabeza, también nos gusta arrastrarnos. Que ellos no nos lo pongan fácil, afrontar el reto. Y es que, para qué vamos a negarlo, nosotras también somos déb

La desgracia de ser guapa

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    Una mujer camina por la acera. Figura esbelta, curvas estilizadas, piernas largas. Para ella, a su alrededor solo hay hojas muertas y escaparates vacíos: ella es la moda. Tacones altos, vaqueros ajustados, escote pronunciado. Una ligera brisa hace bailar su pelo. Gafas grandes resguardan sus ojos del sol matutino. Llama la atención  Lo sabe y le gusta. Un joven se cruza con ella. La ha mirado tímido desde la distancia. Cuando está a unos metros la mira, sin disimulo. Ella ni lo ve. Sigue mirando al horizonte, barbilla alta, espalda recta. El chico se choca contra una papelera. Ella impasible no gira la cabeza. Abstraída en sus pensamientos, ajena a este mundo.         Dobla una esquina. Sigue andando. Tacón  punta. Tacón  punta. Le llega el turno a un adolescente en bicicleta. Ella suspira. Su andar es acompasado, constante, limpio. El chico pierde el control de su bicicleta después de cruzarse con ella. El sonado accidente solo consigue alterar un músculo de la joven. Levan

Sin manguitos

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       La vida muchas veces te pone a prueba. Te hace las cosas fáciles, para saber si eres de los que cae en la tentación de lo cómodo a la primera de cambio. Otras veces te lo pone algo más complicado, por el puro placer de ver si sales airoso. Supongo que tenemos que ser siempre optimistas, pensando que somos fuertes y podemos vencer ambos extremos. ¿Y qué pasa si me rindo? ¿Y si decido, por afán de llevar la contraria, que soy débil? Sí, dejarme vencer sería la solución más fácil, y la más rápida. Un final contundente, sin retortijones, sin sufrimiento.        Dicen que la vida es un camino fácil, un dejarse llevar a través del tiempo y del espacio. Si consigues aprender a nadar, no te hundes y puedes evitar los tiburones que acechan en el fondo del océano. ¿Pero qué pasa si no me han enseñado a nadar por estas aguas? ¿Y si me encuentro inmersa en un temporal y ni siquiera tengo manguitos? Podría dejarme llevar por la corriente y ser devorada por los depredadores que, silenci

De madrugada

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La alarma  de un coche disparada  en plena madrugada consigue despertarme. En la oscuridad, sintiéndome desprotegida y observada, puedo oler el frío de la noche al abrir mi ventana. Oigo los árboles moverse con el viento y las hojas secas rodar por el suelo. Añoro tu ausencia en esta húmeda noche de verano. No sé si mi lugar lo habrá ocupado otra mujer a estas alturas. No sé siquiera si alguna vez me habrás amado. Lo que tengo muy claro es que yo, desde el más profundo anonimato , sigo robándote un beso en cada uno de mis sueños.

Olor a paz

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      Un calor intenso, concentrado en su mejilla. No agobia, relaja. Le gusta abrir los ojos despacio, sabiendo que el sol seguirá calentando su sonrosado rostro. Guiña un ojo y gira todo su cuerpo perezoso en dirección al sol. Le encanta saber que no le va a abandonar. Sin miedo a su fuga, levanta los brazos y los estira por encima de su cabeza. Se incorpora lentamente y mira por la ventana. Una brisa ligera le aparta la greña castaña que le cae sobre la frente. Olor a mar, olor a paz. El rumor de las olas en la lejanía, con su sensación de libertad, le invita a saltar de la cama. Precavida, desliza la punta del pie derecho hasta tocar con su yema el gélido parqué. Instintivamente, lo retira durante un segundo. En ese momento, su estómago le reclama sustancia con un tímido rugido. Camina despacio y de puntillas hasta aterrizar en la cocina. Con zumo y galleta en mano, sale a la terraza que a mediados de marzo despierta ya la tentación propia de los meses de verano. Sentada en la me

París, mi inspiración

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París. Ciudad de lujo y glamour. Quizá no tan brillante como Mónaco, pero con más siglos de historia y más luz sobre nuestra cultura. Probablemente sea eso lo que la hace tan irresistiblemente atractiva. Organizar un viaje con tus amigos a una ciudad así, es extraordinario. Superados los nervios del billete, los peajes, el maldito GPS, la búsqueda de la terminal, las largas colas, la entrega de la tarjeta de embarque, el peso de la maleta y la foto prohibida al pie del avión. Una vez subidos al avión, otra misión: buscar un asiento y, aún más importante, un hueco para tu maleta. Tras luchar contra algún que otro pasajero igual de estresado, conseguimos tranquilizarnos. Las azafatas, erguidas y malhumoradas, piden que tomemos asiento. Profesión frustrada desde niña, con sus trajes apretados de color azul turquesa, sobrevuelan el mundo. Corroboro la falsedad de un difundido mito: no llevan taconazos. Después de que una voz del techo me hable en algunos idiomas de forma ininteligi

Un día más

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           Mientras buscaba desesperada una horquilla entre su tocador, vio de refilón algo que brillaba detrás de una pila desordenada de libros. Se detuvo y encontró su reflejo en el espejo polvoriento del tocador. Deslizó la mano suavemente sobre su superficie y descubrió que el espejo le devolvía una imagen muy fiel de sus sentimientos en ese momento. Un moño alto sin aspiraciones y unas greñas morenas que caían desde lo alto enmarcaban su pálido rostro. Unas marcadas ojeras eran la única nota de color a resaltar en ese cuadro falto de vida. Los labios agrietados resaltaban por el tono blanquecino que habían adoptado con el frío. Un extraño sarpullido había aparecido en su cuello en los últimos días, probablemente a causa del estrés. A sus espaldas podía ver el resto de la habitación en tonos amarillentos debido a la luz de una lamparita cercana. Su figura, en contraste, se dibujaba en blanco y negro. Después de examinarse cuidadosamente, reparó en sus ojos. Su mirada apagada ped

Gotas de lluvia

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         Mirar hacia el cielo y notar una gota de lluvia en tu mejilla. Esa increíble sensación de frescor en tu piel. Sentir cómo suavemente esa gota va resbalando temerosa, sin prisa, sin pausa. Cuando llega a la barbilla, pensativa, duda si dejarse caer al vacío o si seguir desfilando por el cuello resbaladizo. Se detiene temerosa esperando una señal que le ayude a decidirse. Miras preocupada al cielo, ¿te dará tiempo de llegar seca a casa? Otra pequeña gotita cae desde el infinito directa hasta tu nariz, cae por la empinada pendiente y desemboca en el cauce que había dejado la primera gota. Poco a poco va cogiendo velocidad siguiendo el camino marcado, y alcanza la barbilla empujando a su predecesora. Caen juntas, por fin, a la nada. Empieza a correr. Si no lo haces acabarás empapada.

¡Sorpresa!

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Despierto envidias. Necesito mimos. Evoco recuerdos. Creo expectativas. Luzco siempre. Desvelo sentidos. Provoco guerras. Mi sola presencia sorprende. Soy dulce y atraigo. Origino placeres. Mi envoltorio te engaña. Tengo un corazón enorme, pero está hueco por dentro. No puedo ver el sol. Amanso a las fieras. Avivo sueños. Creo sonrisas. Soy un regalo para cualquiera. Mi publicidad no me hace justicia. Soy muy, muy rico y no cuesto prácticamente nada.   Algunos suelen llamarme "Huevo Kinder" y otros "Kinder Sorpresa".  Lo que está claro es que desde el momento en que me desenvuelves, soy todo tuyo. | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | |

¿Te querré? ¿Me querrás?

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La incertidumbre. Esa horrorosa palabra es la que últimamente me condena a vagar en los recuerdos, a analizar mis actos y a planificar mis sueños. La duda revienta   en   cada   una de mis neuronas, impidiendo el paso a cualquier otro pensamiento, recuerdo o deseo. Es la temible y dolorosa duda de si algún día volveré a verte, de si para entonces mi corazón seguirá queriéndote y de si tú habrás esperado a mi llegada. La distancia nos separa, pero más grande es aún la terrible incertidumbre: ¿Te querré? ¿Me querrás? El dolor es la consecuencia de la maldita estrecha relación que guardan la incertidumbre y el amor.

Callejuela londinense

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Medianoche. Una rata corre sigilosa por la tubería. Él protege su rostro con un sombrero de copa. Silencio. El suelo encharcado brilla, refleja las luces de las farolas lejanas. Callejuela de Londres.             Una ráfaga de viento se cuela moviendo su gabardina negra. El cuello subido, descaro en su andar. A lo lejos un taxi llama mi atención. Estoy escondida detrás de un contenedor oxidado. Huele a pescado podrido. Me acurruco un poco más. La rata pasa por delante de mí. Se detiene, me mira y se va. ¡Mierda! Pasos tranquilos se acercan por el callejón. ¡Mierda, mierda! Le oigo pisando un charco a pocos metros de mí. Él no se ha preocupado por el sigilo. ¿Será posible? Sabe que estoy aquí. ¡Mierda! ¡La maldita rata me ha delatado! Hace frío. Mucho. No siento los pies ni las manos. No me ha dado tiempo a coger el abrigo al salir de casa. Estoy congelada. El cielo negro no presagia nada bueno esta noche. ¡Tengo miedo! Un aire gélido atraviesa el gueto sin piedad. Silencio. El

Entrevista a Jaime Nubiola

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Realizada por Claudia C.B. , alumna de segundo de Periodismo y, además, mi querida hermana. Doy en su nombre un agradecimiento muy especial a mi antiguo profesor y actual mentor, Jaime Nubiola, escritor, filósofo y profesor de la Universidad de Navarra. Esperamos que le agrade el resultado final y que, a vosotros, os conquiste su sabiduría y entusiasmo. Jaime Nubiola (Barcelona, 1953) es profesor de filosofía en la Universidad de Navarra. Ha sido visiting scholar (profesor invitado) en las universidades de Harvard, Glasgow y Stanford. Es autor de varios libros como El compromiso esencialista de la lógica modal, Invitación a pensar, La renovación pragmatista de la filosofía analítica y Pensar en libertad . Su cara y actitud son el fiel reflejo de la alegría y el entusiasmo. A sus cincuenta y ocho años le sobran las ganas de seguir escribiendo y de aprender. Sus alumnos lo convierten en alguien especial y le ayudan a superarse todos los días en su polifacética profe

El timbre

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          Suelo apoyar la frente sobre el cristal mientras espero tu llegada. La mesa ya está puesta con todos los detalles, velas incluidas. Hoy te he preparado tu plato favorito y espero que llegues de buen humor. Sales de trabajar a las ocho y media todos los días y a las nueve menos cinco ya estás aparcando enfrente de casa. Como un reloj  Made in Switzerland.  No, mejor aún. La lluvia golpea en el cristal. Nuestras escaleritas de madera de la entrada son ahora de un marrón chocolate muy oscuro, casi negro. Te espero preocupada, como siempre. Nunca se sabe lo que puede pasar. Te estás retrasando y encima está cayendo un chaparrón espantoso.             Despego mi cara del cristal congelado y un suspiro se escapa desconsolado por mi garganta. Empaño la ventana y el vaho se extiende rápidamente. Froto mi frente para conseguir que entre en calor mientras veo cómo se encoge la marca del vapor a una velocidad increíble. Como enviado por una fuerza superior,  Duck  se acerca y me

Estrés

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En esta noche a vísperas de mi primer examen final de tercero de carrera, no puedo evitar pensar en el verano. El verano que tan cerca tengo y que casi puedo sentir. El verano pasado, sin poder ni querer evitarlo, viene fugaz a mi cabeza. La música italiana que por aquel entonces tenía entre ceja y ceja, mis largos paseos por la playa, con el atardecer rosado pisándome los talones. La brisa, incondicional, revolviendo mi cabello negro sin piedad. Despejando mi cara y mi mente, sin dudas, sin preocupaciones. Ahora estoy enganchada a la música francesa, mis uñas son roídas por el incansable miedo al suspenso, las ojeras se acomodan en mi cara. Con los exámenes a la vuelta de la esquina, jaquecas a deshora y unas terribles ansias de playa, me enfrento a un mes lleno de preocupación, estrés y agobio. Sin olvidar unas cuantas tiritas para mis pobres uñas. Menos mal que aún conservo el recuerdo de aquel atardecer.

Se busca:

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Busco chico alto, con buen andar. Maletín en vez de mochila. A ser posible, traje, nunca de rayas. Si no, vaqueros en su sitio. Ocasionalmente podría llevar pitillos de color rojo. Pelo corto, nada de greñas. Busco chico que se salte los semáforos al pasear por la calle, camine seguro y mirando al horizonte. Que no recicle pero sea limpio. Que deje un rastro de colonia a su paso y se pare en las tiendas de óptica. Cualquier cosa menos gafas Ray-Ban, demasiado vistas. Que diga la palabra planning  y proponga cuando yo esté indecisa. Delgado pero no espárrago. Fuerte pero no cuadrado. Peinado pero nunca repeinado. Tez con moreno dorado. No exijo color de ojos, pero sí una mirada limpia y sincera. Busco chico que cruce por mitad de zona verde, salude a un perrito y conozca su raza. Erguido y decidido. Mirada detenida pero no intimidatoria. Curioso pero no fichón. Que acelere el paso al cruzar por la calle. Que conduzca seguro y al coger el volante por arriba estire el brazo izquie

Adiós

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     Veo cómo cierras los ojos con fuerza. Levantas las cejas, niegas con la cabeza. Lentamente, bajas la barbilla hacia el suelo. Ahora no puedo ver tus ojos. Estoy rota por dentro. ¿Por qué no me dices nada? Háblame. Grítame.      En ese momento decides que ya nada tiene sentido, que ya no merece la pena luchar por mí. Dejas que me escape entre tus dedos. Te dejo, y tú no saltas. Admites tu derrota, no te defiendes. Lloro. Me acompañas a casa. La impotencia me mata. Lloras. La gente nos mira. Pero qué importan.      Te suplico un abrazo antes de irte, de abandonarme. Me desgarra la frialdad con la que me lo das. Tus músculos, flácidos, ya no me rodean con ternura, con seguridad ni protección. Me abrazas y te vas, sin volverte a mirarme, con la cabeza gacha, rendido. Yo sigo tu recorrido, tu marcha. Ya no estás. Y lo peor es que ha sido mi decisión.            Un escalofrío me recorre el cuerpo. Siento frío en esta tarde de verano. Algo me aprieta en el pe

En el cole

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La última clase en el cole. Faltan pocos minutos para acabar. La profesora da un repaso de lo que nos ha enseñado en clase. Sí, ya sé perfectamente lo que es una ecuación de segundo grado. Y también me sé la fórmula general para resolverla. ¡Ay madre...! Acaba de preguntar si hay alguna duda. Ya he metido los libros en la mochila, el estuche está cerrado y mi cuaderno preparado para cerrarse. Discretamente, me he puesto la chaqueta mientras hacía su querido repaso. Ufff... cuánto quedará. Miro disimuladamente el reloj que está encima de la pizarra. ¡Faltan dos minutos! ¡Dios mio! Será... ¡Ya está la empollona haciendo su preguntita de turno! ¿Por qué no podrá esperar al descanso para hacerle la pelota? Mi pierna va como loca. Ya no la controlo. La rodilla se me va a desencajar con tanto traqueteo. ¡Ya está! Ahora recuerda los deberes para mañana. Página doscientos sesenta y cuatro, ejercicios veintitrés, veinticuatro, veinticinco y veintiséis. ¿Algo más? ¿Esta mujer no sabe que

¿Cuándo se pondrá de moda el amor?

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El amor a distancia. ¿Qué es lo que tiene? Es algo que da mucho miedo. Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que lo hace tan irresistiblemente tentador y temeroso al mismo tiempo? La tentación quizás venga por el ansia de peligro, el reto de conseguir lo que pocos alcanzan, la fuerza del cariño sobre las caricias. Hay quien adopta la postura romántica de vencer obstáculos, de probar valores, de tentar a las estadísticas que apuestan por el fracaso. “Ella es distinta a las demás” o “juntos conseguiremos vencer la barrera de la distancia”. Esta actitud, poco común por ser la más dañina, consigue reforzar de forma increíble el vínculo de las relaciones durante cierto tiempo. Sin embargo, si la debilidad llama a las puertas de una de las partes, el daño es irreparable. Por otro lado, hay otros que toman otra perspectiva de la situación. Si la distancia es el único de los obstáculos en una posible relación se tiende a culpar a esta de la imposibilidad de todo intento. “¿Para qué empezar algo que sab

Empezar

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Empezar. Un nuevo año en la Universidad. Sentir la emoción de conocer materias nuevas. La temida procesal civil, tributario o mercantil vuelven este nuevo año a resonar en todas las conversaciones. ¿Manuales? ¿Códigos? ¿El nombre del profesor? Preguntas con más o menos estrés impregnado, abarrotan los pasillos. La acumulación de niñas en los radiadores. Ellos, planteándose dejar de fumar por evitar la congelación muscular.  Introducción a nuevas asignaturas, unas interesantes y otras, no tanto. Empiezas a pensar que puede ser muy práctico esto del Derecho. Aunque sigues tardando en asimilar ese vocabulario específico, ya no cuesta entender los monólogos de los profesores, como en primero. Mucha más gente participa en clase y hay buenos debates. Pronto dejaré de ser espectadora, espero.  Problema en boca de todos: la organización. Todos queremos empezar con buen pie y aún tenemos frescos los agobios de los exámenes pasados. Desembolsamos grandes cantidades de dinero: manuales