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Mostrando entradas de marzo, 2019

Descubriendo al débil

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No puedo explicar con certeza en qué momento de mi vida personal terminé por entender la abundancia de la debilidad humana. En el ámbito profesional fue algo más fácil. Hubo un tiempo en el que todas las personas que conocía me parecían débiles y miserables, indignas de merecer la vida incluso. ¿Quién era yo para decidir sobre la vida de los demás? Una jueza, por supuesto. Magistrada del Tribunal Supremo, concretamente. Pero empecemos por el principio. Dos acusados deben elegir si aceptar un trato con el fiscal, a todas luces injusto para ellos pero más seguro que la incertidumbre de mi veredicto. Pactan. Una mujer testifica sobre las palizas de su ahora ya exmarido. No es capaz de precisar si sufría vejaciones, maltrato o desprecios con asiduidad. Sigue temiendo responder de forma clara. Debo absolverlo. Una prostituta me explica con un discurso muy bien ensayado que ella ignoraba la clase de trabajo que le ofrecían aquellos hombres altos y violentos. Dos o tres preguntas lar

Descubriendo al mentiroso

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A lo largo de mi experiencia profesional me he topado con grandes mentirosos. Personas con el innegable don de inventar excusas, más o menos escenificadas, donde hallar pretextos, manipular emociones, representar personajes y, en definitiva, crear. Eran creadores y yo, su fan más incondicional. Es maravilloso ver cómo un mentiroso se cree con el absoluto control de la situación. Pero créanme, es aún más fascinante saber que está mintiendo. Reconocer a mentirosos se convirtió en mi especialidad y yo, en una valiosa arma para el gobierno. Al principio me utilizaban en casos menores, robos sin testigos, violaciones sin sospechosos, incluso asesinatos sin pruebas. Solo conjeturas. Pero todos sabemos que una condena no puede fundarse exclusivamente en eso, ¿verdad? Con el tiempo empecé a conocer el prestigio en la profesión, ser indispensable es la misma sensación de control que siente al principio un mentiroso. Sin embargo, al igual que les pasa a ellos, son traic

Descubriendo al asesino

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Asesinaba a sangre fría y sin sentir remordimientos. El término asesino en serie parecía creado para él. Se movía rápido, de un condado a otro, sus víctimas eran de lo más dispares y no parecía seguir ningún patrón de conducta. Dieciséis estados le tenían entre los cinco más buscados del país y sin embargo seguía cometiendo crímenes con una precisión y perfección elogiables. Yo no solo había estudiado su perfil criminal, lo había creado tras analizar toda su trayectoria criminal y personal. Llevaba diez años investigándolo. Era un hombre inteligente, calculaba meticulosamente sus crímenes, no dejaba rastro y siempre llevaba la delantera. Tenía esa maldad dentro que parecía no provenir de este mundo, una persona cuya sola presencia hacía encoger el estómago y secar la garganta. Un rostro pálido y una gélida mirada azul personificaban el mal en la tierra y, sin embargo, a pesar de toda esa sangre fría, de vez en cuando mostraba tener compasión. Pequeños retazos, insignificantes,

A cazar

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  Tenía la certeza de que ese chico también acabaría por enamorarse. Había estado en contacto telefónico con él haría cosa de cuatro días y ya habían pasado la experiencia de hablar hasta altas horas de la madrugada, comparar aventuras amorosas pasadas, compartir gustos musicales y cinematográficos y, claro está, filosofar un poco. Aunque sus comentarios superaban la psicología barata, habían debatido sobre la educación y los valores, las redes sociales y hasta el sentido de la muerte, pero tampoco se le podía pedir mucho a este chico. Ella había experimentado ya la gratificante sensación de ignorarle durante un periodo de tiempo largo, y observar cómo él acababa por reiniciar una y otra vez la conversación, incluso con pretextos algo absurdos, cada vez que se había agotado la anterior. Incluso se habían despedido a medianoche con el cercano "que descanses" y aquel prometedor "hasta mañana".  Pero después de dos largas semanas conversando se dio cuenta de

Mariposa

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Se fue tan rápido como llegó, con la vida a contrapié y un sinfín de excusas baratas bajo la manga. No fue una gran pérdida, solo una anécdota más para contar en las reuniones de amigas. Estaba condenada a ser la soltera del grupo, la que provocaba un ligero sentimiento de pena  y siempre podía encajar con múltiples "amigos de". Llevaba el cartel de fiestera colgado en la frente y el de enamoradiza en la espalda. Se decía de mí que era capaz de creer ciegamente en que algo malo podía funcionar, vivir en el mundo piruleta y seguir alimentándome de recuerdos de adolescente. Me resignaba a crecer y, como consecuencia de ello, mi madurez parecía condenada a esquivarme. Como si equivocarme fuera un derecho y el fracaso mi forma de aprendizaje. La única ventaja de todo ello, y la razón por la que secretamente me envidiaban mis amigas, era mi capacidad para olvidar al cretino que me había dado calabazas. Tres días de luto era la media, y después, a por otra cosa mariposa.

Amarte

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Cuando pienso en ti y en lo mucho que te quiero solo puedo llorar. Llorar por el hecho de que algo tan grande me embargue,  de sentir como te siento, con todo mi cuerpo, con toda mi alma. Porque amar no es vivir en una nube, idealizando a la otra persona. Amar es quererla con todo lo bueno y lo malo, con esas manías que al principio eran graciosas y que con el tiempo se harán insoportables. Amarte es mirarte a los ojos y sonreír por dentro y por fuera con tantas ganas que hasta duela, con tanta intensidad que lo notes en el pecho, queriendo salir y mostrarse al mundo, con tanta pasión que ni puedas describirla.

Enamorarse es fácil

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Enamorarse es tan fácil que asusta. Da miedo sentirse atraído, dependiente e inseguro, por una persona que antes pasaba desapercibida o ni siquiera conocías. Es tan sencillo ver las cosas que nos unen, similitudes que parecen coincidencias, preguntas y respuestas lanzadas como por encargo, sacadas de una película con psicología barata, ocasiones de verse sin importar el momento ni el lugar. Cualquier acontecimiento es una oportunidad. Entran ganas de dejar cualquier cosa solo por estar a su lado, prefieres hablarle durante horas hasta que las fuerzas se te acaben, se te olvida el sueño, se te olvidan las responsabilidades. Esa nueva persona parece prioritaria, aparece en tus pensamientos continuamente con el recuerdo de una conversación reciente, se cuela en conversaciones ajenas, en canciones y en momentos. Su imagen reaparece en tu cabeza, siempre presente. Lo que no vemos es que se puede sentir eso prácticamente con cualquier persona, pero lo disfrazamos de algo único, c