De cara al miedo


Volví a tener al miedo ante mí. Le saludé como quien reconoce a un viejo enemigo, a distancia y con precaución. Las palabras de Nietzsche llegaron inmediatamente a mis oídos. "Cuando miras al abismo, el abismo también te mira a ti". 

Por un momento me vi dentro de una película donde el narrador, con su solemne y profunda voz, describía mi inevitable porvenir con la condescendencia e inmunidad de un creador. ¿Mi vida estaba en manos de ese narrador? ¿Lo que me esperaba era comparable con un abismo? 

Mi cabeza empezó a llenarse de pensamientos cada vez más pesimistas y pude imaginar con cruda certeza cómo la luminosa salida de aquel túnel en el que me encontraba se encogía rápidamente y parecía alejarse de mis desesperadas manos que, estiradas delante de mí, trataban en vano de alcanzar lo que ya parecía perdido.

Entonces, y solo entonces, cuando la miseria y el desconsuelo me rodeaban, cuando una profunda apatía llenaba mis entrañas y una desnuda soledad se jactaba de ser mi única compañía, el grito salvaje del inconformismo me devolvió algo de esperanza al recordar que solo podemos conocernos a nosotros mismos cuando tenemos tentaciones que vencer. Así que me subí a la báscula, y esperé.

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