Una brújula rota


Hay muy raras veces en la vida en las que te das cuenta de que debes tomar una decisión crucial, que cambiará totalmente el curso de los acontecimientos sin vuelta atrás. Normalmente esa decisión es tan trascendente que toca en lo profundo, a los principios morales o a la forma de ser de uno mismo, su cultura aprendida o bien su carácter firmemente forjado. Esa decisión puede suponer una u otra dirección, pero parece claro que es imposible continuar por el camino seguido hasta el momento. 

El miedo a tomar la decisión acertada, el pavor a las consecuencias, la certeza de la imposible rectificación... Todo ello pesa tanto que se hace imposible seguir el consejo o el ejemplo de nadie más, porque se tiene conciencia de la entidad de la encrucijada y más aún, de las consecuencias que tendrá el tomar una decisión autónoma para el propio carácter.

Y aquí me encuentro,  en época de tormenta sin saber cuál es mi rumbo, con una brújula rota, el peso de un mar enfurecido y una larga e incierta noche por delante.

Comentarios