Gotas de lluvia
Mirar
hacia el cielo y notar una gota de lluvia en tu mejilla. Esa
increíble sensación de frescor en tu piel. Sentir cómo suavemente
esa gota va resbalando temerosa, sin prisa, sin pausa. Cuando llega a
la barbilla, pensativa, duda si dejarse caer al vacío o si seguir
desfilando por el cuello resbaladizo. Se detiene temerosa esperando
una señal que le ayude a decidirse. Miras preocupada al cielo, ¿te
dará tiempo de llegar seca a casa? Otra pequeña gotita cae desde el
infinito directa hasta tu nariz, cae por la empinada pendiente y
desemboca en el cauce que había dejado la primera gota. Poco a poco
va cogiendo velocidad siguiendo el camino marcado, y alcanza la
barbilla empujando a su predecesora. Caen juntas, por fin, a la nada.
Empieza a correr. Si no lo haces acabarás empapada.
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