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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Ganas

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Ganas de vivir sola. Apartamento propio, buhardilla con vistas a una bulliciosa calle, parquet italiano. Vespa de camino al trabajo, traje gris y tacones negros, pelo al viento. Comidas sanas, pasta y ensaladas, bañera los fines de semana. Algún que otro capricho, el olor de un bizcocho casero recién hecho, chocolate caliente. Paseos a la luz de las farolas, cena para uno, cine en blanco y negro. Ganas de cachorrito blanco alegrando mis mañanas, té ardiendo después de comer, y dormir con un buen libro.  Ganas de dejarlo todo y empezar de cero lejos, muy lejos. Donde nadie me encuentre, donde nadie me busque. Ganas de cantar en la ducha, por el pasillo, en mi diminuta cocina. Arreglar el grifo, no limpiar los cristales, la calefacción a tope en invierno. Ganas de tiempo libre, sin compromisos, sin paraguas en el bolso. Tardes de terraza en un café, puestas de sol desde la cima de un monte, dormir con el susurro del mar. Ganas de no tener televisión, ni móvil, ni ordenador. Gan

Mientras mi sonrisa dure

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Su corazón había oscurecido y no sabía por qué. Sentía rechazo hacia todo aquel que le llevara la contraria y, muy a menudo, su rostro aquejaba una desagradable mueca de asco. Tan pronto como volvió a su casa se hizo consciente del ambiente tenso que le rodeaba. ¿La enfermedad le había vuelto despreciable o solo le había hecho ser consciente de que lo era? No podía valerse por sí mismo y sentía su cerebro flotar en una especie de acuario apacible y sin vida, donde las aguas turbias, y más densas de lo esperado, no dejaban vislumbrar el camino a seguir. Se sentía perdido, no podía nadar hacia adelante sin temer por su vida, ni recordar la que le había traído hasta allí. Tal vez la desesperanza, el hastío o puede que el orgullo le hubieran transformado en el ser egoísta y desagradecido que ahora era. Sus labios rara vez pronunciaban palabras agradables y su mirada no tenía brillo. Parecía como si su cuerpo lo habitara un ser desprovisto de alma, que vagaba en el cuerpo de un

Lo intenté

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Intenté aferrarme a algo estable, que pudiera mantenerme unida a lo que me importa de verdad y al mismo tiempo sentirme emocionalmente viva. Intenté convencerme de que un futuro seguro es más importante que un presente inestable. Con esfuerzo, me negué mucho por creer en algo. Intenté olvidarte como olvido las porquerías que he comido, el número de veces que discutí contigo y las que te imaginé a mi lado. Intenté seguir como si nada, como otras veces, antes, mucho antes de conocerte. Pero me di cuenta de que ya no podía.  Juro que intenté olvidarte. Pero no te olvido.