Un día más


          Mientras buscaba desesperada una horquilla entre su tocador, vio de refilón algo que brillaba detrás de una pila desordenada de libros. Se detuvo y encontró su reflejo en el espejo polvoriento del tocador. Deslizó la mano suavemente sobre su superficie y descubrió que el espejo le devolvía una imagen muy fiel de sus sentimientos en ese momento. Un moño alto sin aspiraciones y unas greñas morenas que caían desde lo alto enmarcaban su pálido rostro. Unas marcadas ojeras eran la única nota de color a resaltar en ese cuadro falto de vida. Los labios agrietados resaltaban por el tono blanquecino que habían adoptado con el frío. Un extraño sarpullido había aparecido en su cuello en los últimos días, probablemente a causa del estrés. A sus espaldas podía ver el resto de la habitación en tonos amarillentos debido a la luz de una lamparita cercana. Su figura, en contraste, se dibujaba en blanco y negro. Después de examinarse cuidadosamente, reparó en sus ojos. Su mirada apagada pedía socorro, necesitaba un abrazo. Un punzante dolor y una lágrima corrió por su mejilla. Amarga y pesada. Un día más.


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