Ir al contenido principal
Las expectativas
Yo no creo en ellas. Creo que solo sirven para confundir al ser
humano. Le hacen llenarse de un sentimiento embriagador, casi irresistible, de
esperanza. Una inútil e infundada esperanza que luego se transforma en
frustración, en la mayoría de las ocasiones. ¿Para qué ilusionar a nuestro
corazón, confundir a nuestra mente y dibujar un futuro que no existe? ¿Qué
tiene de bueno crear esa farsa si más tarde no va a convertirse en realidad?
Alimentarla solo provocaría un dolor mayor, una exacerbada diferencia entre la
ficción y la realidad, una huida en vano de la burda existencia. Solo consiste
en aceptarlo. Aceptar la mísera posibilidad de triunfo, la ínfima casuística a
nuestro favor. El riesgo es grande, la pérdida también. ¿Por qué agrandar dicha
pérdida con el sentimiento de frustración que sigue a una expectativa muerta,
corrompida, desvanecida? No sé vosotros, pero sin la expectativa, ya nada nos
queda. Preferiría vivir atada de pies y manos durante toda mi vida, a
protagonizar una vida vacía de expectativas. Para el caso, sería lo mismo. La
muerte, el aburrimiento, la nada.
Comentarios
Publicar un comentario