Capítulo 1: El primer encuentro

Aquello no era una cita, no lo era.

Él se acercó con paso apresurado hacia el lugar de encuentro, deseando que estuviera ella esperando y al mismo tiempo, temiendo verla allí, en directo. Hacía tiempo que la admiraba y por primera vez, ella había mostrado algo de interés. ¿Por qué, si no, le habría dicho de ir a tomar un café, un viernes cualquiera? ¿Era solo una coincidencia que estuviera en su ciudad? ¿Qué otra cosa podía significar? 

Se conocían desde hacía mucho tiempo, se habían​ movido en los mismos círculos, siempre habían sabido de su existencia pero nunca se habían visto a solas y como mucho habrían intercambiado treinta minutos de conversación en condiciones. 

Se detuvo a unos pasos y la observó en la distancia. Era bajita, aunque desgarbada y delgada. Llevaba un abrigo gris estilo militar, de corte recto y sobrio, y una boina cubría parte de su preciosa melena rubia. Estaba sentada en un banco mientras le esperaba, con un libro entre las manos, un bolso pequeño colgaba de su hombro y tenía las piernas cruzadas sobre aquel empedrado viejo y oscuro. 

Él carraspeó cuando se encontró a su lado, porque a todas luces ella estaba inmersa en su lectura. Se levantó ágil guardando su libro en el bolso sin mirar, como un gesto asimilado por completo, y le dedicó una cálida sonrisa. Se vio superado por un momento, con el estómago encogido y su natural desparpajo chapoteando por el empedrado, muy fuera de su alcance. 

Bajó la mirada para darse tiempo, buscando la seguridad que siempre lucía con todas, sin éxito. Ella, sabiéndose dueña por completo de la situación, sonrió con picardía y se le acercó, ofreciéndole un beso en los labios tan rápido y suave como inesperado. Se separó de él y volvió a sonreírle más abiertamente que antes. 

 - Ya está, tensión resuelta. Podemos ir a por nuestro café.

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