Fuego

El frío ambiente invernal traía olores a maderas quemadas. Recuerdos de un pasado lejano volvían a mi cabeza, plasmando en mi retina imágenes demasiado nítidas todavía, donde el dolor y el miedo se disputaban el papel protagonista de la historia. 

Ya solo quedaban pequeños momentos de placer donde disfrutaba de detalles de la naturaleza. Un angosto riachuelo, una colina perfilada en el horizonte o simplemente el bello cantar de un colibrí despreocupado podía erizarme la piel y mantenerme meditando durante unos cuantos minutos. Sin embargo, no quedaba lejos el día en que me habían sido arrebatadas mis más bellas posesiones y mi único amor, dejándome abatido en la más devastadora de las desgracias. 

La soledad era ahora y desde entonces mi única compañera de viaje; el tiempo y la belleza de nuevos rincones por descubrir me habían devuelto el sosiego y la voluntad de sobrevivir en un mundo maldito que se había cebado conmigo sin piedad.

Lejos de autocompadecerme, busqué refugio en mi supervivencia y a base de algo tan primitivo como el fuego, aquel caprichoso y traicionero que tanto me había quitado, empecé a cocinar salchichas bratswurt en un pequeño hostal al norte del Mississippi. La coliflor con puré de patatas es mi especialidad. Os recomiendo que paséis a probarla.

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