Rutina

Se despierta su mente, busca el móvil a tientas, lo coge, abre sus ojos, mira la hora, suspira.

Se levanta, hace su café, coge la taza, va a su cuarto, se viste, se peina, sorbe.

Se perfuma, se cepilla los dientes, se calza, coge su cartera, besa a su pareja, cierra la puerta.
El ascensor llega, desciende, se frena. Un taxi espera, se sube, le indica, llega.

Entra en su oficina, cruza el vestíbulo, el ascensor sube, en la quinta planta se baja.

Camina sobre el mármol, el barullo aumenta, una sala de juntas le espera, el silencio se impone.

Once personas callan, la mesa cubierta de papeles, en la pantalla un gráfico, él se sienta. Dispuesto a iniciar su discurso, una desconocida presencia le distrae. 

Ella está sentada en la otra punta de la mesa, con una pila de papeles delante, gafas negras, mirada seria. Orden en sus apuntes, limpieza en su caligrafía, capacidad en su informe, femenina en su atuendo, segura en su peinado, humilde en su bisutería, ética en su postura, respeto en su silencio, corrección en sus modales. Inteligente, atractiva, serena. 

Se seca su garganta, el discurso se pierde en su memoria, él se enamora.

La rutina cambia.

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