Un Sinsentido

Quiero confesar que tras un par de días sin saber de ti, echo de menos tus palabras de consuelo, tus comentarios burlones y tus historias sinsentido. Añoro las llamadas nocturnas, los dobles sentidos y esa mirada tuya, solo tuya. No puedo olvidar los consejos oportunos, las broncas absurdas y tus rayadas, o las mías.

Lo echo todo de menos pero, si te soy sincera, en parte me aburre, incluso lo odio y hasta lo aborrezco. Estoy cansada de tus bromas repetitivas, tus absurdos malentendidos y tus promesas de un futuro que no llega. No quiero tener que mirar el móvil como una psicópata frenética esperando tu respuesta que solo aparece en función de cómo sople el viento.  Porque ahora lo sé: tu imprevisible atención no es un cuidadoso arte de cortejo, simplemente no responde a la lógica. Odio depender de algo tan cambiante como tu humor diario o mi tolerancia a tu ambiguo discurso ético. No tolero tu sentido de la priorización ni tu fastidioso sarcasmo, y me asquea que mi honestidad sea manipulada para servir a tus oscuros​ propósitos​, siempre desconocidos​ para mí.

Sí, echo de menos lo que me aportas, pero más añoro mi libertad. Se acabó lo que se daba, no eres sano para mí. Yo dimito, Sinsentido.


Comentarios