Aprender el olvido

Jueves. Me levanto cansada, una vez más. Siento que no he dormido nada, otra vez he soñado contigo. Me duele el cuello, la espalda. Te echo de menos. Despacio, me acerco a la cocina. Arrastro los pies hasta la nevera. Mecánicamente cojo la leche, la caliento en el microondas. Mientras tanto conecto la cafetera y pongo una taza en la máquina. Mi cabeza está tan lejos de allí. Recuerdo tus caricias, tus susurros, el roce de tus labios. Se me eriza la piel y me dejo invadir por el recuerdo, acallando la conciencia que me dice que eso es peligroso. Pero quiero sentirlo, quiero recordarlo, y recuperarlo. El sonido del microondas me trae a la cocina. Vierto la leche y la mezclo con mi café recién hecho. Me llevo la taza al salón, miro por la ventana y suspiro. Ya no estás. Debo aceptarlo, enseñarme a no recordarte, y empezar a aprender a olvidarte.

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