Una noche de San Juan

Un manto de diminutas estrellas se extendía sobre sus cabezas. La noche era apacible, sin viento, oscura. El crepitar de las llamas acompañaba al sonido de un grillo cercano. Noche de San Juan. Mar en calma. 

Una amistad firme les unía desde su adolescencia. En su madurez, el amor inconfeso había aparecido intermitente entre sus posibilidades, nunca satisfechas. Ahora parecía que por fin era el momento oportuno.

Un reencuentro en su pueblo natal, fugaz, intenso. Cualquier cosa podía pasar, se sentía en el aire. No eran aquellos niños que jugaban a encontrarse, ya se habían encontrado. Ella imaginaba un arpa sonando junto al fuego, serena. Él oía los acordes melancólicos de una guitarra. Se veía cantándole las canciones que había compuesto, siempre pensando en ella.

Se acercaron guiados por una fuerza irresistible, junto al fuego, deseosos, temerosos. Se rozaron en un tímido beso nocturno, a la orilla de la hoguera, al refugio de la luna. 

Años más tarde, cada uno con sus vidas, fingieron que aquello nunca había pasado, que había sido fruto de una imaginación precoz o un exceso de alcohol en sangre. Lo cierto es que no habían bebido. Pero tuvieron que engañarse y repetírselo muchas veces más cuando, guiados por la velocidad de una incipiente carrera y una familia acomodada con grandes expectativas, dejaron correr sus vidas sin molestarse en preguntarse si eso les hacía felices, si podían aspirar a algo mejor.

Otro encuentro posterior con motivo de un funeral consiguió reunirles de nuevo. Incluso en aquel momento tan triste y desgraciado, ella iluminaba su mirada solo con verlo y juntos eran la viva imagen de la felicidad. Un abrazo les devolvió el recuerdo de su cariño y compromiso, siempre vivo a pesar de la distancia y el tiempo.

Y fue en ese momento cuando fueron conscientes de que nunca encontrarían a nadie que les pudiera hacer felices, por la sencilla razón de que ya se habían encontrado, y todo lo demás habían sido intentos de imitar aquello que, simplemente, era algo irrepetible.