Miedo


Tenía miedo de reconocer que no se sentía como esos personajes de sus novelas que derrochan pasión, valentía y determinación. Esos personajes protagonistas que consiguen erizarnos la piel con sus aventuras persiguiendo un sueño o un amor, con los que nos identificamos todos en nuestra lectura y a los que citamos en los consejos que abanderamos cuando el timón lo lleva otro. 

Sin embargo, a la hora de la verdad, después de la vorágine, cuando el mar ha vuelto a estar en calma y las decisiones ya han sido tomadas, en ese momento es cuando pensamos en la valentía. Esa que nos faltó en el momento preciso y el lugar indicado. En ese momento, en la inmensidad de la noche con un par de estrellas guiando nuestro insomnio, vemos dibujarse finas líneas doradas en la oscuridad recordándonos con pasmosa exactitud los rasgos de nuestro amado o el camino de vuelta a casa. Ese que no hemos sido capaces de seguir porque el miedo, el terror a perdernos, ha nublado el horizonte e intoxicado nuestros sentidos. Es entonces cuando nos damos cuenta de que nos ha pasado la vida esperando el momento oportuno.

Y ahora, en la opacidad de la noche y con el peso de una tormenta superada, solo nos queda encender una nueva vela y abrir una vez más el libro, en el que tal vez, solo tal vez, podamos dar un giro a nuestra historia.

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