Todo blanco

En su cabeza, un sueño infantil. ¿Imposible?

En su cabeza, un único pensamiento. No se iba. ¿Una ilusión? Nadie dijo lo contrario, pero tampoco nadie sabía. No hablaba. ¿Por qué no lo hacía?

En su cabeza, posibilidades. Surcar los mares en una vespa, sobrevolar el desierto en un barquito de papel. El sol poniéndose en su espalda, los recuerdos ahora difusos. Sintió la necesidad de rescatar fotografías antiguas, revolver su pasado. ¿Sirvió de algo?

En su cabeza, melancolía. Canciones tristes envolvían sus mañanas, noches largas ahogadas en alcohol. Un sudor frío resbalando por la nuca. No. Ya no era el mismo de aquella fotografía. Ya no tenía fuerzas para ese sueño. La cabeza gacha, los pies pesados acariciando el suelo. Su cuerpo pesando más de la cuenta, y un temblor inesperado. De pronto, un intenso dolor en su brazo izquierdo. Su tronco, una vez más, encorvado, muy encorvado, demasiado. Y por primera y última vez, cae al suelo. 

En su cabeza, todo blanco.

Comentarios


  1. Felicidades por darle un final tan interesante a aquella pequeña historia. Esa que decía:

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    Con un grito, aquella noche se juró que sería la última vez, no podía seguir así más. Lo sabía, su mente lo sabía, su cuerpo lo sabía.

    Se fue arrastrando hasta la cama transportando aquella mochila que durante tantos años había cargado. Pero en aquella sinuosa noche esa mochila, su conciencia, pesaba aún más que de costumbre. De forma lenta y tosca movía sus extremidades mientras cogía la postura en la cama. Su mente, en cambio, viajaba vertiginosa. Pronto lo que tomó antes de irse a dormir empezó a hacer efecto y su mente no tardaría en ir reduciendo velocidad hasta alcanzar al resto de su cuerpo.

    Poco a poco imágenes de aquel pasado que siempre trataba de olvidar empezaron llenar su mente. Volvía a estar ahí, otra vez. Pero esta vez sería diferente a todas las demás. Hoy no huiría hacia delante... eso sólo traía más y más dolor. En esta ocasión huiría hacia atrás. Viajó hasta que recordaba no alcanzar el suelo con los pies mientras estaba en aquella andrajosa silla de madera, y entonces siguió viajando hasta que, por fin, sólo veía a dos personas que parecían tan altas que tocaban el cielo, o eso parecía desde su pequeña estatura. El recuerdo de sus padres riendo de forma genuina, y con ellos... sólo había sonrisas, sólo había felicidad. Quería quedarse en aquel lugar para siempre y durante toda aquella noche no se movió de allí.

    Cuando los rayos de luz iluminaron sus ojos y trajeron su cuerpo y mente de vuelta al mundo, lo que le esperaba fue una húmeda almohada, y...

    En su cabeza, un sueño infantil ¿imposible?

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